Cumplida
la mitad de este mandato corporativo, puede afirmarse que asistimos al fin del
ciclo de De la Torre como alcalde de Málaga.
Un
alcalde agotado, sin iniciativa política que mantiene estancados los grandes
proyectos municipales, y paralizada la ciudad.
Los
proyectos pendientes son los mismos que hace años: Campamento Benítez, Baños
del Carmen, Guadalmedina, Hoyo Esparteros, o Astoria, son algunos ejemplos de
una larga lista.
Y
es que el alcalde practica un urbanismo “a la carta”, propio de la época de la
burbuja, en el que las normas se adaptan a cada proyecto especulativo, y el
espacio público se regala al mejor postor. Pero la época del pelotazo ya pasó,
y lo que antes le funcionaba ya no.
Al
mismo tiempo, el gobierno del PP da la espalda a los principales problemas de
la ciudadanía: paro, pobreza, falta de vivienda, etc. Sin planes de empleo
municipales, el ayuntamiento ha sido un promotor de empleo precario y salarios
miserables en los contratos que ha externalizado. Sin aumentar la inversión
social, cuando las necesidades ahora son mucho mayores. Y unos barrios
abandonados, porque en la ciudad-escaparate de De la Torre sólo importa la
apariencia de unas pocas calles expuestas a visitantes.
Un
gobierno municipal que con la privatización de los servicios municipales, ha
deteriorado notablemente su calidad, y beneficiado únicamente a las grandes
empresas adjudicatarias, muchas de ellas presuntas donantes del Partido Popular.
Hoy Málaga es una de las ciudades más sucias de España, y con un servicio de limpieza de los más caros.
Y, como demostró cuando se convenció de municipalizar la limpieza, De la Torre se muestra ya incapaz de cohesionar su equipo de concejales, que se le rebelaron, pues para repetir en las próximas elecciones son conscientes que no será De la Torre quien haga la próxima lista.
(*) Publicado en mi columna "El ala izquierda de la Casona" del lunes, 5 de junio.
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