martes, 27 de septiembre de 2016

El monorraíl del puerto



El alcalde de la ciudad, la autoridad portuaria, y el gobierno de la Junta de Andalucía,  puestos de común acuerdo, quieren perpetrar un rascacielos, o como se le llama ahora “un edificio emblemático”, en el dique de levante del puerto de Málaga. Al parecer un edificio nada original, una mala y más pequeña copia que el ya existente en otras ciudades, que no aportaría nada nuevo a la imagen de la ciudad. Bueno, no aportaría pero sí ocultaría y relegaría a un segundo plano a los edificios hasta ahora más emblemáticos de la más conocida imagen de la ciudad: la catedral, la alcazaba y la farola.

Es una pena que tan ilustres autoridades no tengan la misma diligencia e interés en impulsar y exigir al gobierno central la ejecución de un proyecto ya aprobado hace muchos años, vital para la economía y el empleo, como es el del soterramiento del tren del puerto, que haría al puerto de Málaga altamente competitivo en el tráfico de mercancías (contenedores, vehículos y graneles).

Por el contrario, nuestros dignísimos representantes ponen todo su empeño en impulsar un proyecto hoy por hoy fuera de la legalidad, que para poder ser ejecutado necesitaría cambiar el PGOU, el Plan Especial del Puerto, un expediente de desafección del dominio público del suelo, y la autorización especial del gobierno del Estado.

Y lo más grave, este proyecto que se nos presenta como ya decidido, se ha gestado al margen de la ciudadanía ni sus agentes sociales, y sin opción al debate. Y completamente ajeno a un proyecto claro y coherente de ciudad.


Sólo las ciudades que no se precian a sí mismas asumen acríticamente cualquier proyecto que se le presente, sólo por “ser modernos” como en otras ciudades, y sin un debate serio. Como en el célebre capítulo del monorraíl de “Los Simpson”.


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